Lobo con piel de cordero
Prof. Darío H. Romero
Ser maestro no es una cosa fácil, ser un maestro de artes marciales o de la vida es la misma cosa, no es para cualquiera. Tampoco es una cuestión de graduación, títulos ni honores, es una cuestión de HUMILDAD, de SERVICIO y sobre todas las cosas RESPETO. De que vale ostentar graduaciones si no valoramos a la gente que tenemos a nuestro lado y que nos demuestra ser capaz, servicial e inteligente. Dispuesto a trabajar, dejando muchas veces de lado su vida familiar para estar, participar y colaborar. Sin animo de laureles. Solamente por amor al arte.
Se dice en el ambiente marcial que jamás se debe traicionar al maestro, pero ¿qué pasa cuando el maestro traiciona a sus alumnos, traicionando su confianza?, Tal vez sin darse cuenta se traiciona a sí mismo, perdiendo su calidad de maestro.
La maestría es una cosa extraña, es un blanco móvil, cuando uno cree que lo tiene cerca, se escapa y cambia de posición.
Una persona es capaz de seguir a un Maestro que sabe poco, pero que es honesto, dice la verdad, reconoce sus errores y limitaciones.
Pero ¿cuanto tiempo seguiremos al Maestro soberbio y arrogante que cree que si no fuera por él, tu no serias nadie?.Sí, muy poco tiempo. Pobre hombre... no sabe nada de la vida.
Cuando alguien tiene talento para algo, tarde o temprano se va a destacar, independientemente del maestro que le tocó en suerte, sencillamente brillará porque tiene luz propia. Lo importante es darse cuenta a tiempo de que es lo que quiere ese maestro para uno.
Ha pasado que el maestro observando a su discípulo, se da cuenta que en muy poco tiempo éste lo superará. Es en ese momento cuando lo aborda el temor de ser superado. En vez de estar orgulloso de lo que logró con sus enseñanzas y el talento del alumno. Intenta detenerlo poniendo “palos en la rueda”, pero eso no es mas que temporario.
Un alumno inteligente, pronto se dará cuenta y buscará separase del mal maestro que no quiere el bien para él. Cuando ese alumno se independiza, o encuentra un maestro sincero que lo guíe, comenzará a transitar un camino de calma y seguridad.
Pero ¿qué pasa en el antiguo “clan?” El hombre que hasta hace poco era un modelo a seguir, se convierte en persona no grata, sus viejos compañeros apenas si lo saludan, mirándolo con desprecio a ese que traicionó a quien ya los había traicionado a todos.
Sin embargo yo creo que en el fondo les gustaría ser como ese que se fue, tener las cosas que hay que tener bien colocadas y en su lugar. Solo que no se animan a confesarlo y mucho menos a seguir sus pasos.
¿O será que les gusta que ese “maestro”los siga usando y obteniendo ganancias económicas gracias a ellos, a su trabajo, a su esfuerzo? O en el peor de los casos, ellos son igual de falsos como ese gran maestro.
Un maestro es una cosa seria, no puede andar diciendo que quien se fue no sabe nada, porque simplemente está escupiendo contra el viento, porque él fue quien enseñó lo que el otro sabe... ¿o será que él no sabe nada? Y si es así ¿por qué no lo reconoce y se deja de molestar?
Simplemente dando un paso al costado estará recuperando un poco del honor perdido. Aunque desde ya le cuento que como dice Martín Fierro, “... El que pierde la vergüenza no la recupera jamás”. Podrá recuperar un poco de honor entre su tribu pero la vergüenza no se recupera.
Ser MAESTRO no es para cualquiera, hay que tener mucho cuidado, porque hay gente observándonos, en especial chicos y jóvenes que están en formación. Ellos tomarán nuestras enseñanzas como las correctas. Si actuamos como el MAL MAESTRO, ellos creerán que eso es lo correcto y serán los futuros MALOS MAESTROS.
Esto se traslada a todos los ordenes de la vida, si profesamos el mal recibiremos de regreso el mal.
Tengamos nuestros sentidos atentos para ver que guías tienen nuestros hijos, y que es lo que enseñan, cuidado, un mal maestro puede estar escondido bajo la apariencia de un apacible anciano. Un lobo con piel de cordero.
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